martes, 18 de noviembre de 2014

Vuelta al cole

Hoy estuve en el Instituto Pérez Minik de La Laguna. Fue toda una experiencia. Increíble, pero real y superentrañable. Estuve con unos 100 alumnos de cuatro clases hablando de mis libros, y de cómo llegué a ser escritora, y de mi camino en el mundo de las letras: la planificación de una novela, las técnicas narrativas, el narrador, los personajes, el título, la trama, la forma y el fondo... Y luego el diálogo, el coloquio, la charla, la oportunidad de todos preguntasen lo que quiesieran saber más de cerca.
Los muchachos se comportaron del diez. Atendieron, escucharon y participaron. Una chica había leído ya una de mis novelas y me dijo que yo era su escritora favorita (Me llegó al corazón). También se hizo una foto conmigo y me pidió una dedicatoria en un cuaderno. ¿Hay algo más enternecedor?
Me siento orgullosa de ser ahora escritora. Me siento feliz de realizar un trabajo que me hace feliz y que hace feliz a la gente, porque yo escribo para eso, para que la gente se relaje, se olvide de sus problemas, se evada de la realidad y pase un rato estupendo, del diez!
Vale la pena escribir, vale la pena fantasear y luego plantarse ante una pantalla en blanco para llenarla de líneas, vale mucho la pena cuando te escuchan y te leen, y luego te dicen que les gustó.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Festival Periplo

Festival Periplo de Puerto de la Cruz (Santa Cruz de Tenerife)

El Festival Periplo de El Puerto de la Cruz nos sumerge por segundo año consecutivo en el fascinante mundo de los viajes y aventuras. Durante una semana la ciudad portuense nada y bucea en mares, ríos y océanos exóticos, lejanos; experimenta en su seno las mil y una aventuras de viajeros que con osadía y espíritu intrépido se desplazan por los lugares más insospechados del planeta. Después plasmarán sus impresiones, sus excursiones, sus avatares en libros y reportajes. Más tarde disertarán sobre ellos, nos los darán a conocer y nos harán cómplices de sus vivencias.
El Festival Periplo constituye una puesta en escena única, ocurrente y genial de llevar la aventura y el viaje a los hogares de los portuenses, de los chicharreros, de todos los que se detienen a escuchar los relatos o a tomar parte en alguna de las múltiples actividades que se organizan al respecto.
Se trata de una experiencia que vale la pena vivir tanto como espectador, como autor. Ambas te engrandecen, te abren nuevos horizontes, te llenan. Por eso se la recomiendo. Por eso animo a la Organización para que siga organizando y a los escritores participantes para que sigan escribiendo y participando y a los asistentes para que sigan asistiendo y a todos para que sigan enriqueciéndose como personas y como ciudadanos del mundo.
Javier Reverte, Jesús Lens, Julio Yanes, Antonio Lozano, Luís Leante, Sagar Khatnani, Jairo López, Pablo Martín Carvajal, Nuria Barrios, Emilia Vié, Enrique Perera, Román Morales, Sonia García, Cecilia Domínguez, Xavier Moret, Carlos de Hita, Eduardo García Rojas, una servidora y mucha otra gente genial que perdone que no la mencione, porque ya me pierdo, pero para eso les remito al programa. Todo un cúmulo de estrellas brillaron con luz propia y, a modo de soles, transmitieron su luz a toda la población.
























jueves, 11 de septiembre de 2014


Una gran pérdida como persona y de las letras canarias.

Escribo unas líneas apresurada. Salgo para el tanatorio a despedir a un amigo. Un gran escritor y una gran persona. No lo traté en demasía, pero sí compartí algunos ratos con él y varias lecturas.
Lo recuerdo en la boda de su hija, en bautizos y comuniones de nietos. En mi casa cuando mi hija, alumna de la Facultad de Periodismo le hizo una entrevista en mi casa al calor de la chimenea, en algún tenderete familiar, íntimo, porque él era muy íntimo y amigo de la tranquilidad, la paz, el sosiego y las amistades reducidas.
A él le debo mi salto a la literatura de publicación. Yo siempre había escrito desde niña para familiares, amigos, compañeros de estudios..., pero todo se quedaba en casa. Él leyó uno de mis relatos y me animó a dar el salto; me lanzó sin miramientos de un golpe brusco a la piscina, porque opinaba que yo sabía nadar y no me hundiría.
Arturo Maccanti estuvo conmigo en el Orfeón la Paz cuando presenté mi primera novela: El envío turco.
Lo estoy viendo, como si fuera ahora, agitando la mano derecha cuando mencioné su nombre en señal de agradecimiento.
Me lo imagino en el mundo del Más Allá componiendo más poesías y más historias. Me lo imagino feliz leyendo y escribiendo y llevando una vida tranquila, pero alegre. Así lo recordaré siempre, aunque ahora las lágrimas inunden mis ojos y no me permitan seguir escribiendo.
Entre mis líneas borrosas sólo quiero hacer un homenaje al gran Arturo Maccanti.

lunes, 14 de julio de 2014

Capítulo II San Benito en San Cristóbal de La Laguna.

Tenía pensado iniciar el relato de los eventos en el orden lógico de enero a diciembre siguiendo el almanaque, pero cambie de opinión, porque para mí el comienzo de todo fue San Benito. Ese San Benito de los años noventa y tantos, que aportó un significado especial en mi vida. En esas fiestas de San Benito empecé a integrarme en la vida cultural y folklórica tinerfeña, conocí a muchos de los que hoy son mis amigos y entré de lleno en la dinámica, que el amigo Gonzalo de Icod denomina como “sociedad de los tenderetes”.

Este capítulo se desarrolla también en la Muy Noble, Leal, Fiel y de Ilustre Historia, Bien Cultural, Patrimonio de la Humanidad, Ciudad Universitaria y Episcopal de San Cristóbal de la Laguna. O más abreviadamente y más auténticamente la ciudad de  “Aguere”, el nombre que le dieron los antepasados a esta zona. Ciudad de la paz por excelencia, por ser la primera ciudad colonial sin murallas y ciudad renacentista e innovadora en esa época de finales del s.XV, con su trazado cuadricular, siguiendo los mapas de Leonardo Torriani. Mi ciudad preferida de la isla y que siempre añoro, cuando no estoy en ella.

El domingo de la romería nos levantamos de madrugada muy ilusionados. Nos pusimos nuestros trajes de magos nuevos y tomamos la dirección de La Laguna. Llegamos a casa de Walky a eso de las 11 de la mañana. Primeros de julio. Aunque todavía era temprano, el calor  se dejaba sentir en las calles laguneras. El callejón tras el mercado ya estaba cortado con vallas y coches. Mesas improvisadas con tableros y burras inundaban la calle. Frente a la puerta de entrada una carpa y algunos toldos ofrecerían protección de cara a los rayos solares, cuando finalizada la romería, nos sentásemos a almorzar. La casa bullía de actividad. Unos embotellaban el vino, otros disponían neveras y mostradores; aquel vigilaba el hervir de las garbanzas, cuyo vapor iba perfumando la estancia. Un trajín de sillas de tijera. Los chasquidos de los envoltorios plásticos de platos y cubiertos me sobresaltaban de vez en cuando. Allí estaban Nakary y David, los otros hijos de Walky, Paqui, su cuñada, todos atareados con las comidas y trajes, y naturalmente su hermano Luís con Gloria organizando todo:
—Aquí, las chuletas. Ahí, a la derecha los bistecs. Los refrescos en la otra nevera. En un lado las botellas de agua y los refrescos.
Sobre las mesas de la cocina: platos rebosantes de bocadillos de chorizo de perro, de mantequilla con ajo, tortillas españolas, chochos...
En el aparato de música dispuesto sobre un armario suena la música de los Sabandeños.
—Vamos a probar el vino, comenta alguien. ¿Dónde están los vasos?
—Detrás de ti está el locero, responden. Espera, que voy a por unas botellas.
Las botellas se alinean en unos botelleros junto a una ventana. Todas ostentan una etiqueta, que pone Casa Walky. Es todo un detalle, que se hayan tomado tantas molestias y trabajo para la ocasión.
—Está bueno. ¿De dónde es?
En la mesa de la entrada se afinan guitarras y timples. Suenan las primeras notas de una isa. Juan Martín parece el hombre orquesta, con su guitarra, su voz y su movimiento contagia a todos la alegría que lleva dentro.

Empieza a acudir la gente en más cantidad. Los más de La Laguna y sus barrios periféricos, pero hay de toda la isla: de Garachico, de La Punta Hidalgo, de la Tierra del Trigo, de La Orotava, de Buenavista, de Güímar, de la Esperanza, de Guamasa, de Tegueste, de Santa Cruz, de Valle Tabares. Saludos, brindis, cantos,  trajes multicolores, sombreros, que se descolocan con los saludos y se vuelven a colocar frente al espejo una y otra vez, bandejas de dulces surtidos, de “laguneros”, de rosquetes y bizcochones,  postres caseros. La alegría se desborda, llena la cocina abarrotada de magos y sale a la calle.
—¿En qué hay que ayudar?
—Vamos a colocar ese barril de cerveza, ahí sobre el mostrador está el grifo.  Luego en esa caja de la derecha los vasos. Todos echan una mano para completar los últimos detalles mientras la parranda no deja de animar la fiesta y los que van llegando reponen fuerzas con el picoteo.
—¡Qué traje tan guapo! ¿Es nuevo?
—Sí, ¿te gusta?
—Me encanta, pero ¿no tienes calor con la chaqueta?
Mayte, la de Huesca, siempre gusta de estrenar traje en las romerías. Debe de tener un armario repleto de trajes de maga. Con ella vienen las chicas de La Orotava, con su hermano, hijos de Felix, el compañero de Juanjo. Siempre muy elegantes y parranderos con sus timples.
Llegan Angelita y Guillermo con sus trajes de la Orotava y más timples. Angelita entona una malagueña y la concurrencia se derrite de placer y nostalgia.
—Estos son Juan y Cirilo, que vienen con Ceferino de Garachico.
—¿De Garachico? ¿Son amigos de Nelly?
—Si, claro. Por cierto, que tienen que venir para la romería, el 16 de agosto. No se olviden. ¡Ya verán que romería!
Pili y Lutzardo, Mercedes y Camilo, enseguida se acercan y animan la conversación
Por encima del murmullo correspondiente a estas primeras tomas de contacto se escucha la voz de Antonia Martín entonando una isa. Nos acercamos atraídos por su dulce canto. Su marido, Víctor, se presenta enseguida. Vienen de Tegueste. Nos habla de la romería de San Marcos y del día del carretero, tenemos que ir, por supuesto. Luego nos cuenta unos chistes y sigue hablando como si tal cosa y como si no nos acabara de conocer.
—¡Feliz San Benito!

Ya va a dar la una, vamos para la romería, que se hace tarde. El grupo se pone en marcha. Comienza el desfile desde casa de Walky hasta San Benito.  Todos  llevan algo: unos instrumentos musicales, otros gofio amasado con almendras, aquellos botas de vino, éstos portan cestos con rosquetes y queso blanco. Dejamos atrás el Casino y tomamos la calle de La Carrera. El público ya está situado a ambos lados. Muchos vestidos de magos, otros con trajes frescos y cómodos. Todos los rostros irradian alegría. (Algunos se quejan del calor y esperan ansiosos el comienzo de la romería. Ya se sabe, que el que espera desespera). Muchos se acercan a los ventorrillos para hacer la espera más amena o saludar a algún conocido, que degusta un plato de garbanzas, de tollos  o de carne fiesta y un buen vaso de vino. Repican las campanas de la capilla de San Benito. Ya terminó la misa. El Santo acompañado del clero y  todos sus fieles salen a la calle. Ya da comienzo la romería. Las mujeres guardan en sus bolsos los panecillos bendecidos; los hombres lucen en sus sombreros las espigas y estampas de San Benito.

Es poco más de la una del mediodía. La temperatura está por encima de los 30 grados y el brillo del sol te encandila. Sin embargo, nadie se queja y el que se queja se aguanta, porque el ambiente es de fiesta. La gente bromea, charla, canta, aplaude. Se crea un murmullo elevado, que te obliga a gritar para comunicarte con tus compañeros.
San Benito encabeza su romería por la calle Marqués de Celada. Envuelto en su majestuoso manto y coronado por la mitra abacial; en la mano derecha el báculo, en la izquierda la copa emponzoñada. Aspira el aroma de las flores que le engalanan y se resguarda del sol bajo un palio. Escucha en primer término los vítores del público que le rodea. Vítores que se confunden con las chácaras de los danzantes de El Hierro, que se aproximan bailando vertiginosamente sobre los adoquines envueltos en sus típicos trajes de colores. Camisas, pantalones y faldillas bordadas o caladas de un blanco inmaculado enriquecidos con delantales, fajines y esclavinas rojas. Cubren sus cabezas con curiosos tocados en forma de gorro redondeado cubierto de flores de papel, espejos, plumas de pardela y un haz de cintas de colores, que cuelga por la espalda. Los danzantes giran sin cesar al son de esta música ancestral, a base de castañuelas, tambores y flautas. Luego vienen los barcos; son las carretas de Tegueste, de elaboración artesanal a partir de materiales sencillos como legumbres, que muestran escenas cotidianas o tradicionales. Irradian la belleza de sus imágenes y la belleza del esfuerzo que ha representado confeccionarlas. Todos se sienten orgullosos de ellas, tanto los teguesteros, que las han realizado, como todos los que las contemplan, admirando este arte popular tan peculiar y tan precioso.



Nosotros observamos todo esto desde un lado de la calle esperando nuestro turno para entrar en la comitiva.
—¿Dónde vamos nosotros?
—Detrás de la quinta carreta.
—Vale, vamos a echar un bocado.
—Yo quiero un huevo duro. Si no me como un huevo duro parece que no estoy en la romería.
—¿Quién quiere un poco de gofio?
—Me estoy enyugando. ¡Pásame el vino!

Ya están a la vista las primeras carretas: la romera mayor con sus damas, la romera infantil, la romera de la tercera edad... Se escucha el tintineo de las campanillas, que penden de las colleras de los bueyes. Intercaladas entre carreta y carreta pasean ya las primeras parrandas. Las cuerdas de guitarras y timples se tensan y vibran con cada nota. El aire se puebla de músicas y variados sonidos. Aquí se escucha una isa; allí una folía. Más allá unas seguidillas. El público aplaude, canta los estribillos y se acerca a las carretas a pedir vino y viandas. Plátanos, papas, huevos duros, cotufas, gofio... circulan de mano en mano o se lanzan con mayor o menor acierto desde las carretas. Más atrás, las chuletas, salchichas y pinchos elevan desde sus barbacoas espirales aromáticas de humo, que flotan en el aire abriendo el apetito.
—Esta es la quinta carreta.
Entramos. Los “acompañantes” (gente que no desempeñamos un papel importante en cuanto a voz o interpretación musical) delante o los últimos de todos: los cantadores a continuación. Los tocadores detrás. Aunque nuestro sentido musical dista mucho de alcanzar un nivel correcto, coreamos los estribillos a voz en grito, tocamos instrumentos sencillos (cañas, vainas, hueseras, rasquetas, cucharas, sonajas, sandungas...) y bailamos al son de la orquesta. “Dos pasos pa lante, dos pasos pa atrás...” Se acercan los conocidos a saludarte.
—¡Mira,  Fulano y Mengano!
—¿Qué pasó? ¿Cómo te trata la vida?
Se intercambian saludos, noticias, alimentos y se continúa haciendo la romería. La romería está en su apogeo. Aunque sea bajo un sol de justicia da gusto pasear por La Laguna. Su casco histórico te embruja. Iglesias, conventos, palacios con siglos de historia, plazas recoletas, calles trazadas a cordel. No es el mejor día para gozar de los monumentos de esta ciudad patrimonio de la humanidad (reconocida desde 1999 por la UNESCO), porque el protagonismo es para la romería, pero, aún así constituye un aliciente más en este paseo romero.
Hacia las tres más o menos puede darse por terminado el recorrido y nos dirigimos de nuevo a casa de Walky. Ya va siendo hora de reponer fuerzas. Todo está dispuesto para recibir a los romeros. Me dejo caer en una silla, pero no por mucho tiempo. Todos tienen que cooperar. Nadie sirve a nadie. Todo funciona como autoservicio. Provista de cubiertos y vaso comparto un plato de garbanzas con los compañeros de mesa más próximos. Tras las presentaciones, la conversación fluye sola. Reina un ambiente de camaradería. A continuación troceamos unas chuletas y bistecs.
—¡Pasa me el mojo para las papas!
—Está un poco picón.
—Toma, prueba el mojo verde, verás lo que es bueno.
—¡Qué rico! Voy a coger otra papa.
Unos paseantes despistados se acercan a preguntar cuanto cuesta un plato de comida.
—Esto no es un ventorrillo, oiga. Es una casa particular, pero sírvase a su gusto.
—Muchas gracias, responden. Se sirven, se sientan y se agregan al grupo como si tal cosa.
Así son los laguneros,  sociables y generosos.
La comida se alarga. Nadie tiene prisa. La gente disfruta el momento. “Estos son los ratitos que nos llevamos”, comenta Amparo. Mientras se distribuyen los postres se van formando las parrandas tanto dentro de casa como en la calle. Cantos canarios, boleros, músicas de siempre... Voy de acá para allá  lamentando no tener el don de la bilocación y poder estar en todo.

Don Gregorio entona su “Granada” y la canción se enriquece con el hondo sentimiento que pone en ella. Más allá Yaiza canta “…Rosario provoca, Rosario besar tu boca…” y la potente voz henchida de sentimiento se eleva en la brisa de la tarde como un torbellino. Antonia Martín y Fran se lanzan a duo con María la portuguesa. Los pelos se me ponen como escarpias y el corazón me sube a la garganta. Después sigue con “El cuarto de Tula” y todos le acompañan cantando y bailando.
El grupo Bienmesabe arremete con isas y folías, malagueñas y seguidillas; cañas, panderetas y guitarras resuenan vibrantes en la calle, chocan con los muros de los edificios y ascienden armoniosos en el aire. Juan Pedro, José Víctor, Loly y otros componentes alegran a la concurrencia. Angelita entona melancólicas malagueñas que te parten el alma, con Guillermo abanicando el timple y un rasgueo de guitarras, que aportan muchos participantes. La Peña del Lunes se decanta por: Madre, tengo 7 amores, que los quiero por igual. Son siete preciosas islas que se mecen en el mar. Son Lanzarote, Fuerteventura, La Gran Canaria, Hierro y Gomera, es Tenerife, también La Palma, madre del alma como los quiero…
“Hay dos clases de canarios y ninguno canta en jaula, canarios de Tenerife y canarios de Las Palmas”, Rosalba toca la guitarra o el cuatro, canta y emociona a la concurrencia.
Camilo, Manolo, Oscar, el Travieso, Ñito,  Juan, el Parranda, siempre guitarra en mano acompañan cualquier parranda. Machín y Jose con el timple. Carlos aporta el acordeón. José Manuel el saxo. “Qué felices seremos los dos y que dulces los besos serán, pasaremos la noche en la luna, viviendo en mi casita de papel”. Juan Martín baila con su guitarra encadenando letras y estribillos conocidos, que contagian a los asistentes y los atraen hacia una vorágine musical. La gente del Norte con Rosi a la cabeza entona canciones de la tierra, a golpes de tambor y guitarra, de maracas y panderos. Nelly saca su huesera y la castañuela extrae acompasados sonidos de la materia ósea. Y muchos más, de cuyo nombre no me acuerdo, aunque los veo nítidamente en mi retina y los evoco en mis oídos. Todos se suman con alegría a la parranda. El que más o el que menos sigue el ritmo con una vaina, unos huevos o unas maracas y corea bajito las músicas conocidas. O bien permanece callado, pero atento y absorto en las canciones.
—Hay tres maneras de participar en una parranda, decía nuestro buen amigo Camilo: tocando, cantando o escuchando. Pero de ninguna manera hablando.
Él no soportaba que hubiera barullo alrededor. Siempre hay suficiente espacio como para diferenciar la zona de música de la zona de alegar.
A mi me encanta escuchar las parrandas. Canto bajito los estribillos y canciones conocidas para que mi desafino no afecte a los demás. Pero disfruto a mi manera. Otro admirador y buen parrandero es José Vicente. A él le gusta más una parranda que a un niño un caramelo. Siempre se sitúa en primera fila junto a tocadores y cantadores para no perderse nada.
Javier, el poeta, y las gemelas Marisa y  gozan también con las parrandas y la animación.
¡Cuántas veces más volveré a escucharlos con toda la ilusión de la primera vez y cuántas más volveré a emocionarme con su música!
Paco, de la Peña Salamanca, saca unos naipes y te reta a una partida de envite.
 La romería de San Benito ha sido todo un éxito.

Después de esta romería de San Benito he vivido muchas más. Nunca falto a la cita en torno al  “11 de julio” si puedo evitarlo. Muchas en casa de Walky. Otras en casa de Gregorio y Antonia, por la zona de San Benito, un matrimonio entrañable, que se desvivía para que pasáramos un buen rato. Abrían de par en par la puerta de su casa a todos los amigos y conocidos. Nunca faltaba un plato de comida y un buen vino, mucha alegría y buena música. Las parrandas se distribuían por el jardín, otros grupos conversaban y reían. Don Gregorio aportaba y, todavía sigue en la brecha a pesar de los años, su potente voz y esas manos que se mueven al compás de las canciones, que le brotan del corazón. ¡Todo un puntal!  

 A don Gregorio y a su esposa Antonia los conocí en un ventorrillo en una romería de La Esperanza, hace ya algunos años. Recuerdo, que pasamos un rato estupendo deleitándonos con sus  canciones acompañado por unas guitarras que habían entrado en el local para aliviarse del calor, reponer fuerzas y proseguir la fiesta. Desde entonces hemos compartido muchas romerías y muchos festejos.  Ahora, los años han limitado algo sus salidas y la organización de esta fiesta, pero todavía tienen mucho ánimo y siempre que pueden toman parte en los tenderetes, para pasar un buen rato y reencontrarse con viejos amigos.

 Algunas romerías han tenido como base de operaciones  la tienda de bicicletas de Lutzardo, reconvertida ese día para la ocasión en un perfecto guachinche donde no faltaba de nada. En un lado del local se disponían las improvisadas mesas con platos de queso, ensaladilla, gofio amasado, carne fiesta, chicharrones... Junto a la puerta la plancha o la barbacoa para asar carnes y verduras. Más allá la nevera con las cervezas, aguas y refrescos. Sobre una silla el garrafón de vino.
 Punto de encuentro y reunión muchos años al inicio de la romería, este escenario elevaba su protagonismo a la finalización de ésta. Rodeados de bicicletas y artículos ciclistas hemos disfrutado del descanso y avituallamiento que ansía todo romero al término de la romería. Hemos seguido las imágenes del Tour de Francia (el lugar no puede ser más propicio) e incluso hemos asistido al triunfo de la selección española de fútbol en el mundial de Suráfrica. Y dije imágenes, con buen motivo, porque con la algarabía de las parrandas, los sonidos llegaban bastante amortiguados o eran nulos. Pero, ¿no dicen, que una imagen vale más de mil palabras? Además, ningún evento deportivo o de otra índole, por muy relevante que sea, puede prevalecer sobre la romería de San Benito.
Con Lutzardo y Pili hemos recorrido otras casas de amigos, como la de Carmen Teresa, para proseguir la fiesta y pasar un ratito agradable con esta gente.

He participado en la romería a pie, en trillo, en carreta. Somos noveleros y en la variedad está el gusto. La imaginación y la motivación no tienen límite. Cada modalidad tiene lo suyo, pero  siempre intentamos sacar el mayor partido a la fiesta y disfrutarla a tope. El trillo lo sacamos cada seis o siete años. Bien reluciente y adornado con espigas, constituye un soporte muy adecuado para el transporte de todo tipo de vituallas tales como carne fiesta, papas, quesos, tortillas, gofio y rosquetes; al otro lado, las bebidas disimuladas con sacos. Además aún queda sitio para que pueda sentarse alguien si está cansado o quiere experimentar el desplazamiento en este apero agrícola.
En carreta fuimos un año por vivir también esta experiencia. Fue interesante, pero requiere mucho esfuerzo y dedicación. La víspera pasamos todo el día decorándola y disponiendo el orden y lugar para todas las cosas y personas. El cañizo del tejado fue adornado por flores, sobretodo buganvilla rosada y fucsia, que le confería un colorido alegre. Aquí y allí colgamos ajos, cebollas, frutas y hortalizas. Añadimos jaulas de pájaros, sacos y cestos. La carreta quedó muy guapa.
 El día de San Benito, temprano, comenzamos a cargar los plátanos y cartones de huevos duros, así como el vino  para repartir, junto con los alimentos y bebidas que habíamos llevado para nosotros. Antes de que saliera la romería y ya acomodados sobre la carreta procedimos a tomar un picoteo. ¡Bendita ocurrencia! Eso nos salvó de que nos diera una fatiga. Nada más recorrer los primeros pasos, la gente se acercaba a la carreta pidiendo esto o aquello y no dábamos abasto. De la romería sólo veíamos rostros que pasaban y manos extendidas. Nos pasamos todo el camino repartiendo comida y bebida a los asistentes sin parar. Opinamos, que nos gusta más hacer el recorrido caminando y disfrutar a pie de calle de todo el ambiente romero. No obstante fue una experiencia distinta a la de otros años y tuvo su interés.

Por iniciativa y con apoyo de Walky presenté un año a mi hija como candidata a romera infantil. Walky la vistió con un traje precioso de La Victoria. Falda de telar con listas azules y blancas, blusa de lino blanca, chaqueta de terciopelo azul, sombrero, mantilla, pololos, tres enaguas y refajo (el jurado es muy meticuloso en lo referente a la observancia de todos los detalles). Salió dama de honor. Fueron unos días intensos con la participación en los ensayos, momentos de nerviosismo en el acto de elección, asistencia a los agasajos ofrecidos por el Ayuntamiento y en especial por la alcaldesa que ostentaba el cargo en esa fecha Ana Oramas, culminando con el desfile en la romería, montada Vicky en la carreta de la romera infantil y sus damas de honor.




La noche de los burros.

Desde hace algunos años, se está prestando atención a esta especie animal, que está en vías de extinción. “La noche de los burros” anima una noche lagunera, pasadas las “fiestas de San Benito”, aunque enmarcada dentro de las mismas, con el objeto de si cabe, darles aún más realce. En la plaza del Adelantado se procede a la concentración de los animales, algunos de ellos proporcionados por nuestro amigo Domingo, el cura de Tacoronte (del Carnaval, se entiende).A Domingo le acompañan los otros curas del Carnaval y el amigo Popeye.  Tras los discursos de rigor a cargo de personas relevantes y la dedicación de la noche a una especie animal canaria. (Este último año, por ejemplo fue a la oveja canaria de lana), burros y simpatizantes se ponen en marcha acompañados de bandas de música y parrandas. La comitiva se dirige por la calle Carrera hasta la plaza del doctor Oliveira. Luego prosigue por Marqués de Celada, callejón Montara y Lucas Vega hasta la plaza de San Benito.
Cada año hay más público y gente que se suma a la comitiva, parrandas y grupos folklóricos alegran con sus cantos el camino. Al final hay música y baile. Se reparten bocadillos, vino y refrescos. En conjunto se pasa una noche muy agradable y muy típica.








viernes, 11 de julio de 2014


El secreto de Taganana

El 3 de julio presenté mi segunda novela "El secreto de Taganana" en la Mutua de Accidentes de Canarias (MAT) de Santa Cruz de Tenerife. La presentación corrió a cargo del editor y escritor Ánghel Morales García y del también escritor y periodista Juanca Romero Hasmen. Ambos realizaron unos comentarios muy positivos sobre el libro donde no faltó la chispa de humor, así como de la colección en la que se incluye, G21 de Narrativa Canaria Actual. El hecho de formar parte de esa colección es algo que me llena de orgullo por el amor que siento por esta tierra canaria.

Mis agradecimientos para ellos, así como a todos los asistentes tanto escritores como lectores y, en especial, todos buenos amigos y muy noveleros. También mis gracias a mis amigos tocadores y cantadores, sobre todo en esa ocasión Rosalba y Eliseo que amenizaron la velada. Y mis más sinceros abrazos a Genara, Manolín (que lamentablemente ya no se encuentra entre nosotros), Carlos Andrés y todos esos buenos amigos de Taganana y a todos los que hemos compartido tan buenos ratos en su compañía.

También mis agradecimientos al capitán Perdoma y a todos los de la "cárcel" en quienes me basé para configurar a los personajes positivos de esta historia.

La novela no tiene otra intención que la de entretener y divertir. Mi objetivo fue que pasasen un buen rato cuando la leyesen. Ya tenemos bastantes problemas en la vida como para plantear más. Es, pues, una novela amena, que engancha y distrae. Y naturalmente ambientada de nuestra isla chicharrera por donde transitan los personajes en sus acciones, en ocasiones, trepidantes. Hay una pequeña escapada a Fuerteventura, en concreto a Corralejo, en deferencia a unos amigos de allá.

El crítico Eduardo García Rojas reconoció estos "méritos" literarios de mi novela por lo que respecta a su finalidad de entretener y a su ambientación canaria haciendo hincapié en nuestras fiestas, tenderetes y tradiciones.

Espero que se animen a leerla y les guste. Deseo que disfruten con la familiaridad de los escenarios, con los entrañables personajes y con la trama ficticia en la que doy rienda suelta a mi imaginación.

Gracias a todos

Pilar.

martes, 29 de abril de 2014

Un amigo que se fue


Hoy fue un día muy triste para mí. Acabo de enterarme del fallecimiento de un amigo de mi edad, al que llamábamos cariñosamente Carlitos.

Carlitos fue un compañero de estudios de bachiller de Juanjo, mi entonces novio, ahora mi marido. Yo lo conocí en Zaragoza. Allí convivimos durante nuestros años juveniles en la Universidad. Él estudió medicina, aunque nunca llegó a ejercer de médico. Mi marido y yo nos decantábamos por las historia antigua y la arqueología. Pero, los tres, además de otros amigos, manteníamos una buena relación.

Recuerdo nuestras salidas diurnas y nocturnas, las visitas a bares de copas y garitos con música, siempre y cuando tuviésemos pasta para podernos permitir esos lujos. También recuerdo los ratos pasados en la antigua estación de ferrocarril de Zaragoza, cuando no teníamos un duro para tomar ni una caña, y nos aliviábamos allí un rato en los fríos inviernos del cierzo zaragozano, alegando y conversando de todos los temas habidos y por haber.

Evoco las tardes pasadas en su piso, que compartía con Juanjo, con algún mísero bocadillo y una botella de un licor indefinible, que alguien había tenido la amabilidad de aportar. Conversaciones, risas, sátira y sobre todo buen humor.

No puedo olvidar, en especial los días de partidos de fútbol, en que nos reuníamos para seguir el evento deportivo ante el televisor. Veíamos el primer tiempo con una cervecita y, en el descanso, disponíamos una tortilla española, papas fritas, picoteos, dulces, helados y más cervezas. Comentábamos las jugadas, insultábamos al árbitro y alegábamos hasta bien entrada la noche.

Carlitos siempre estuvo presente en mi vida desde que apareció en ella. Animó nuestra boda, nos ayudó en las mudanzas de domicilio, nos acompañó a comprar el vestido para el bautizo de mi hija Virginia (que por cierto pasamos un calor del carajo con 40º a la sombra), estuvo conmigo cuando me operé de los ojos (y mi marido tuvo que permanecer en Tenerife por cuestiones laborales)vino en varias ocasiones a Tenerife y, como era septiembre, siempre le tocó la ardua tarea de ayudar a forrar los libros de mis hijos.

Carlitos fue una persona excepcional. Un buen amigo, de los que dicen que se cuentan con los dedos de las manos. Lamento mucho su pérdida y espero que desde "el cielo" siga nuestras andanzas y en contacto con nosotros.

Como algo excepcional y muy en contra de mi voluntad, hoy en su honor y en su memoria, haré votos por que gane el Real Madrid. No haré la tortilla típica, porque se me inundaría de lágrimas, pero me tomaré una copa a su salud.

Nos vemos, Carlitos, te fuiste de esta tierra, pero no de nuestros corazones.

domingo, 27 de abril de 2014

Abril, letras mil



Llegó el mes de abril y dejando aparte el refrán de "aguas mil". Este mes es el mes literario por excelencia. El 23 se conmemora el día del libro en homenaje a Cervantes y Shakespeare. También tienen lugar muchas ferias del libro, encuentros de escritores, tertulias, presentaciones de libros, charlas-coloquios y otros eventos. ¡Es una lástima que muchos eventos coincidan y no se pueda asistir a todos, que en general son bastante interesantes.
Desde mi tierra canaria y, especialmente chicharrera, quiero mencionarles algunos de estos actos que se llevaron a cabo.
El día 23 mantuvimos una tertulia literaria especial en la librería La Isla de S/C de Tenerife con motivo del día del libro. Previamente hubo una cata de vinos promovida por la bodega Contiempo y también se continúan los actos  con jornadas gastronómicas.
En la villa de La Orotava tuvo lugar los días 25, 26 y 27 de abril el 1º Encuentro de escritores canarios. En donde tomaron parte escritores tan reconocidos como: Juan Bosco, Samir Delgado, Moisés Morán, Aquiles García, Isabel Guerra, Carmen María Rodríguez Santana, Ramón Sampayo, Isabel Medina, Rosario Valcárcel, Juan Calero, Juan Mujica, Enrique Reyes, Anghel Morales, Agapito de Cruz, Jesús Castellanos, Cecilia Domínguez y Luis León Barreto, Javier Hernández, Mariano Gambín entre muchos otros. Ellos presentaron sus obras y ofrecieron recitales y conferencias o firmaron libros. El ambiente estuvo muy animado. También se hicieron visitas a lugares de interés y rutas por la ciudad. Graciliana Montelongo llevó el peso de la organización poniendo esfuerzo e interés. Todo salió muy bien.
En la Matanza tuvo lugar la 6ª Feria del libro en el Mercadillo del Agricultor. El Ayuntamiento se dinamizó para llevar a buen fin los actos, así como muchos otros colaboradores. Stands de varias editoriales, recitales de poesía de niños, cuentacuentos e intervenciones de algunos escritores con fragmentos de lecturas de sus libros e información sobre los mismos, entrega de premios. Todo un éxito.
También tuvo lugar la feria del libro de Adeje con mucha participación y un atmósfera cálida y lectora.
En fin, muchos otros actos literarios simpáticos y atrayentes que tratan de fomentar la lectura y poner en contacto al escritor con el lector.
Para mí constituyó una experiencia inolvidable. Lo único que siento fue perderme la Romería de Tegueste, pero por ahora no tengo el don de la bi o trilocación ¡Qué se le va a hacer!
Próximos eventos literarios: la feria del libro de S/C de Tenerife a finales de mayo y la de La Laguna.
¡Pasen por allí, cojan entre sus manos libros, conversen con los escritores y lleven alguno a su casa para leer. Los libros les enriquecerán y les harán ser más felices.

viernes, 18 de abril de 2014

Semana Santa en San Cristóbal de La Laguna


SEMANA SANTA EN LA LAGUNA

Semana Santa en La Laguna. La lluvia se desliza por las cristaleras de las típicas ventanas laguneras; la brisa se arremolina en los callejones; la serenada desciende poco a poco, como flotando en el aire y cubre de rocío las calles empedradas. Sorteas los charcos desparramados por el pavimento. Si Machado la hubiera conocido, no hubiera cantado a Soria, sino a esta tierra mía, con todos sus poemas de melancolía.
Semana Santa Lagunera.  Fría y lluviosa: monacal y palaciega. Semana Santa procesional, sobria y austera. Me apoyo en un muro, testigo mudo, que ha contemplado hace más de cinco siglos el ir y venir de todas estas imágenes procesionales. Alzo la vista. Mis ojos se deslizan por las ventanas de guillotina de paneles cuadriculados  anegadas de agua, y los balcones canarios de madera de tea con sus celosías, que sobrevuelan las calles, destilando poco a poco las últimas gotitas de lluvia. Me siento en casa. Esta Laguna mía que siempre me acompaña, hasta en los viajes y parece tirar de mi vestido como un niño chico para recordarme continuamente, donde está mi hogar.
 Pasan los tronos y cofradías. El aire se impregna de  incienso, de jazmín, de las santasnoches de la Vega Lagunera, que han florecido  a tiempo para embellecer y perfumar este día.  Llega el Santísimo Cristo, antes moreno, ahora pálido como un cadáver, mostrando sus heridas, despertando aún más si cabe la devoción de la gente.  Todos se santiguan. Va clavado a una cruz de madera, como corresponde a la austeridad y solemnidad del momento. En el Santuario queda la riquísima cruz de plata, que luce en las fiestas otoñales.





Vírgenes dolorosas, Cristos en el Calvario, imágenes de la pasión,  recorren un camino vetusto y señorial. ¡Quién pudiera diseñar un escenario mejor para el tránsito de las procesiones! Los pasos desfilan entre iglesias y conventos, entre mansiones seculares y palacios antiquísimos. Renacimiento y Barroco se dan la mano en esta ciudad. El arte brilla por doquier y lo inunda todo en  silencio. Callan los muros de mampostería y los portales de piedra, enmudecen los patios canarios coronados de balcones, rebosantes de palmeras y limoneros.  Reina el silencio. Sólo se interrumpe por alguna banda de música y el chasquido de los pies y cruces sobre el pavimento. Este silencio llega al extremo en la procesión de su mismo nombre: la procesión por antonomasia, la procesión del Silencio.
 Viernes Santo, nueve y media de la noche. Se apaga el alumbrado público de las calles, se acallan los murmullos. Desfilan las cofradías en un silencio sepulcral. Algunas marcan el paso y restriegan las suelas de los zapatos con el suelo ocasionando un sonido rítmico: zis, zas, zis zas. (Al día siguiente los zapateros harán su agosto, aunque esté bien entrado el mes de septiembre). Otras arrastran cadenas, y se percibe desde lejos el chirriar de los hierros contra la piedra. Filas de cofrades desfilan en silencio portando farolillos o antorchas.  Los hay, que con sus pies desnudos pasan en silencio desapercibidos, como sombras flotando en la penumbra de las calles. El aire se perfuma con el aroma de los cirios y las velas encendidas. El silencio es sobrecogedor.
Los que han asistido a la “madrugada” están que se caen. Los que han acudido a la Magna se quejan del lumbago o dolor de espalda, pero todos  esperan el paso del Cristo yacente.
─ Ya se oyen las campanillas, dice alguien.
Todos prestamos atención tratando de descubrir el mágico sonido.
Y en el silencio de la noche sólo se escucha el golpear de los bastones que marcan el paso sobre los adoquines,  y un suave tintinear de campanas, que se aproxima.
─ Ya llega.
El corazón se acelera y late a golpe de bastón. Los ojos escudriñan la calle tratando de distinguir el sepulcro. A lo lejos las diminutas llamas de los cirios reflejan pequeños destellos argénteos al alumbrar el trono de plata.
Envuelta en el chasquido de la madera contra la piedra, atenuada por el son de las campanillas de plata, la urna divina pasa mostrando al Cristo difunto, que en Santo Domingo espera el descanso.
A su llegada al templo resuenan las matracas y el Santísimo Cuerpo, acompañado por cientos de fieles,  reposa en su nicho.

Entre procesiones y procesiones hay que reponer fuerzas y echarse algo caliente al cuerpo para combatir el frío y el cansancio.
─ ¿Qué hacemos ahora? Pregunta Lucky. Vamos a echarnos unas perras de vino.
─ Yo me voy a tomar un cortadito o mejor un chocolate con churros, dice Pili. Tengo las manos heladas y eso que llevo guantes.
─ Yo te acompaño, Pili y de paso compramos almendras garrapiñadas. ¿Dónde van a estar?
La Laguna es también una ciudad ideal para lo que a la gastronomía se refiere. Tascas, guachinches, vinotecas, chocolaterías y dulcerías se distribuyen por todo el casco ofreciendo buenos productos y una agradable ruta de “tapeo”. Entre las especialidades propias de Semana Santa podemos citar: tablas de queso, almagrote, bacalao encebollado con papas negras, garbanzas con bacalao, potaje de vigilia, atún encebollado, cherne, churros de pescado, croquetas de pescado o de espinacas, tollos,  bacalao con tomate, potaje de berros, arvejas con huevo duro, caldo de pescados y marisco…Postres: torrijas, bienmesabe, tartas, chocolates, helados…
Vamos de un lado para otro degustando especialidades y tomando unos vinitos para entrar en calor. Gorras, bufandas, abrigos, guantes. Nada sobra en la noche lagunera y todo es poco para abrigarse. Por las frías calles encontramos a varios amigos. Pasan Walky y su hijo David, que entre procesión y procesión hacen un pequeño alto. Nuestro amigo Elvira (es el apellido) camina bien abrigado junto a la catedral. Nos detenemos a intercambiar unas palabras.
─ ¡No se paren en el cruce, que hace un frío del carajo!
Y obedientes, por la cuenta que nos trae, nos trasladamos unos metros más allá, al abrigo de los muros callejeros.
Gonzalo, el maestro, siempre acostumbra a venir para las procesiones. Intercambiamos saludos y noticias. Quedamos en llamarnos para vernos pronto. si no, siempre nos queda el Cristo, que nos reúne todos los años.
Por allí van Alfonso y Manolo. Ellos ostentan una vestimenta más desabrigada, pero hay que tener en cuenta que viniendo de la Esperanza… todo les parece caluroso.
Braulio transita tocado por una gorra y embozado por una gruesa bufanda, acompañado por algunos amigos.
─ ¿Qué pasó?
─ Ahí vamos.
─ ¿Sigues en la peluquería?
─ Si, por ahora la cosa va bien. Tengo muchas clientas.
─ Me alegro mucho.
En una tasca encontramos a Asterio, el cura, el cura real no del Carnaval. El cura de una parroquia de Santa Cruz, amigo de Domingo, el cura auténtico de Guamasa.
─ ¡A ver cuándo quedamos, que hace mucho que no nos vemos! ¿Qué sabes de Fulano  Mengano? Pregunta.
─ Le damos noticias y quedamos en vernos pronto.
Pasa Esteban, del Orfeón con Torvisco, el exconcejal de fiestas. Nos alegramos de saludarlos, aunque sólo sea unos minutos, porque vamos ateridos de frío.
Nos detenemos un rato con las hermanas de Pili, que pasan abrigadas camino de casa.
Seguimos visitando tascas y guachinches, no únicamente por satisfacer nuestro gusto y paladar, sino conscientes de revitalizar y potenciar las especialidades y vinos locales.
En ocasiones, Walky organiza algo y entre procesión y procesión, y al finalizar la última procesión vamos a su casa a entrar en calor con un chocolate y unas truchas, unas garbanzas o un caldito.
Todas las Semanas Santas son diferentes y es difícil condensar en un capítulo todo lo vivido. Sin embargo, La Laguna está ahí, a la vuelta de la esquina con su Semana Santa Lagunera para ser vivida por todos los laguneros y visitantes. Una ciudad que aúna patrimonio arquitectónico, religiosidad austera y gastronomía de vigilia tiene mucho que ofrecer para estas fechas. ¡No se lo pierdan!
Esta Semana Santa pasada vino nuestro amigo Gonzalo desde Icod  de los vinos y disfrutó un montón. Se fue muy contento y satisfecho por lo que había visto y vivido en todos los ámbitos explicitados anteriormente.

¡Hagan promoción de La Laguna! Por lo demás está que se sale en cuanto a cultura, arte, movidas, ambiente y gastronomía. No les va a suponer nada y van a tener un éxito del diez. 

jueves, 20 de marzo de 2014

Carnaval

Ya el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife tocó a su fin. Ahora continúa por otras localidades y otras islas. Ya guardé mis disfraces, mis máscaras, pelucas y pinturas. Ahora aguardaré un año más hasta que vuelva a resucitar la magia carnavalera.
Pocas cosas hay ya que me ilusionen, como reza el pasacalles de los Bambones. Cada año menos, pero, no obstante, el Carnaval me atrae como un imán. Me transforma y revive el brillo en mis pupilas. Me rejuvenece y me subyuga. Me siento renacer.
Es un placer encontrarme todos los años con los personajes del Carnaval, los que hacen el Carnaval pateando las calles y animando al personal. Es una placer contemplar las rondallas y comparsas que aportan su música y su color, los grupos musicales con sus bellos disfraces y las satíricas murgas, que aquí tanto nos gustan (que me perdone la Fu Fa por haber copiado algo de su repertorio). Resulta magnífico contemplar y participar (porque yo soy de las que participa en todo lo que se tercie) en nuestra reina fiesta del Carnaval.
Felicidades a todos por su dedicación, interés y colaboración.
Pilar, una carnavalera de pro.

jueves, 6 de marzo de 2014

Carnaval y literatura.

Desde niña tuve muy claro lo que sería mi vida: escribir. Cuando aprendí las primeras letras en las antiguas cartillas y abecedarios comencé a escribir relatos, poesías, teatro... Todo para familiares y amigos. Nunca publiqué nada hasta el momento, hasta que llegué aquí, a Tenerife.
El pasillo de mi casa fue el escenario de mis fantasías. Allí me pintaba la cara, me disfrazaba y me inventaba letras y canciones. Luego pasaba al salón y desfilaba ante mis padres; y si había visitas, mucho mejor, tenía más público que aplaudiese mi actuación. Todo ello me hacía reír.
Así la vida me puso en las manos alguna letra y un poco de creación y hoy me siento feliz en mi tarea de escribir.
Poseo mucha imaginación: desbordante. Yo hablaba de pequeña con la basura cuando barría, con el polvo cuando lo limpiaba. En casa de mis abuelas no había sino naipes y yo aprendí a jugar a todo y a  imaginarme juegos y aventuras con solo las cartas. Mi fantasía innata, alentada por las circunstancias, se desplegaba como las olas de un océano batiendo sobre la playa. Pero aquí, en estas fabulosas islas fue donde todo se llevó a cabo. Aquí conocí a gente estupenda y empecé a vivir experiencias inolvidables. Aquí puede decirse que he hecho de todo, menos montar en globo. De lleno en el mundo del Carnaval, de las romerías, de los tenderetes, de los acontecimientos más inverosímiles que uno pueda imaginar... Ahí estoy yo. Gracias a mis amigos chicharreros y a estas islas. Gracias a Tenerife.
Los años fueron pasando y fui madurando. Ya hay cada vez menos cosas que me ilusionen, pero el Carnaval, las murgas, la novelería y las novelas me siguen aficionando.
Dedicado a Los Bambones.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Bohemio Mundi habla de 'El envío turco'

Hasta ahora, las personas que han leído 'El envío turco' me han dicho que les ha gustado, y es una gran satisfacción para una escritora que los lectores disfruten con su obra. En este caso, se trata de mi primera novela publicada, y parece que los comentarios son favorables. Mis amigos, conocidos y allegados me lo han podido decir verbalmente, pero también hace mucha ilusión leer artículos, reseñas y comentarios de mi novela por escrito, como el de Ana Belén, la autora del blog Bohemio Mundi, a la que le agradezco mucho sus palabras. Si quieren, pueden leer la entrada que ha publicado hablando de 'El envío turco' en el siguiente enlace:



sábado, 15 de febrero de 2014

Carnaval!

¡Pa, parapapá, Parapará, parapapá!...
Esa es la previa de la entrada a las canciones que dan muchos directores de murgas antes de iniciar el pasacalles y los temas. Nuestras queridas irónicas y cómicas murgas. Una gran parte del alma del Carnaval.
¡Ya estamos en Carnaval! Se huele, se siente, flota en el ambiente.
La magia de nuestras fiestas comenzó. Ya se iniciaron los concursos y certámenes de todos los grupos musicales y danzarines. El colorido y la música desborda Santa Cruz.
Pronto llegará el momento en que la gente de a pie, la gente carnavalera desbordará sus calles y sus plazas con sus disfraces, sus ocurrencias y su vacilón.
La crítica, el humor, la danza, la originalidad, el cromatismo multicolor... Todos se darán cita en la calle. Todos nos dedicaremos con orgullo y placer a hacer el Carnaval.
Para mí constituye una fiesta única, singular y muy querida. Deseo muchas felicitaciones a todos y que pasen un feliz Carnaval!

sábado, 1 de febrero de 2014

Tertulias literarias



Tertulia Literaria La Isla.


Santa Cruz de Tenerife dinamiza e insufla nueva vida a las tradicionales tertulias literarias, tan características e inherentes a la idiosincrasia española.
Instituciones que surgen en el siglo de Oro, cuando autores del teatro barroco como Lope de Vega leían en ellas algunas de sus creaciones. Reuniones de escritores y artistas que prosiguen, y a fines del s. XVIII reciben el apoyo de las Sociedades Económicas de Amigos del País. Tertulias por las que se desenvuelven a sus anchas destacados escritores de los siglos XIX y XX como Valle Inclán, Ignacio Aldecoa, Unamuno, los hermanos Machado, Rafael Sánchez Ferlosio, Clarin, Ortega y Gasset, Francisco Umbral, Gonzalo Torrente Ballester, Ramón Gómez de la Serna, Francisco Ayala, Bécquer, Jacinto Benavente... y un sinfín de otros amantes del mundo de la literatura, las artes y la cultura en general.
Los encuentros se celebran principalmente en cafés, aunque no se descartan los casinos, reboticas u otros establecimientos. Cafés tan emblemáticos como: el Café Suizo, el Café del Príncipe, el Café Gijón, el Café Levante, el café Lyon, la Cervecería de Correos, el Bilis Club... fueron en su tiempo testigos mudos de estas manifestaciones culturales y albergan entre sus muros más páginas literarias que muchos volúmenes escritos.
En Tenerife no se echa en saco roto esta expresión tan peculiar, amena y didáctica de vivir y fomentar la literatura. Así, se crea en diciembre de 2013 la Tertulia Literaria La Isla -adoptando el nombre del local donde se celebra, siguiendo la tradición. En este caso se trata de una librería: la librería La Isla, en la calle Imeldo Seris de Santa Cruz de Tenerife, cuyos propietarios se ofrecen a colaborar con entusiasmo ¿Puede haber lugares más apropiados para una tertulia literaria que una librería?
La iniciativa parte de Jesús Villanueva, el autor de "El fuego de bronce", una novela ambientada en Tenerife durante el ataque de Nelson. El resto de escritores, entre los que me incluyo, son: Agustín Ravina, Enrique Reyes, Javier Hernández, Juanca Romero y Mariano Gambín.
Las tertulias se celebran los últimos viernes de cada mes a eso de las 19:00 horas. Los aficionados a la literatura y, en especial a la narrativa, están invitados a asistir y participar con sus preguntas y comentarios.
Espero que esta iniciativa prospere y constituya un incentivo para muchas más.

sábado, 11 de enero de 2014

La recompensa de escribir

El mayor placer del mundo, en mi opinión, lo constituye el poder realizar lo que más se desea y para lo que se está más capacitado.
El hecho de escribir puede representar una tarea fácil o difícil, según los casos. Muchos lo ven como algo inaccesible de alcanzar y lo valoran en demasía. Para un escritor resulta un acto común, cotidiano. En ocasiones difícil, pero en general, es  algo a lo que se está acostumbrado y que sale sin casi pensar. Un folio en blanco, una pantalla de ordenador en blanco (los tiempos cambian, aunque en el fondo es lo mismo) representa algo así como zambullirse en el mar o en una piscina. Titubeas unos instantes; luego lo que encuentras te parece pura delicia y no deseas salir, sino permanecer intemporalmente en el agua que te relaja y te vivifica.
La gente valora demasiado el hecho de plasmar palabra tras palabra en un texto, ya sea papel o pantalla.
En cierto sentido tienen razón. Cuesta, pero resulta gratificante, y a un escritor no cuesta tanto como a ellos. A un escritor le puede costar cantar, tocar un instrumento, esculpir, diseñar un edificio, bailar, interpretar... Todo tiene su mérito y su arte. Todo en el fondo es crear. Crear de la nada, sentirse como un Dios.
Escribir resulta para mi una experiencia sumamente gratificante, pero no la única, ni la superior.
Una vez escrito un libro, fruto de la dedicación al trabajo durante meses, a veces, años, el mayor placer que pueda existir para el escritor lo constituye el contacto, el trato con el público, con el lector. Alegar con él, contrastar opiniones, responder a sus preguntas, conocer su nombre y apellido,darle la mano, un beso, tratar con él mano a mano, contarle anécdotas y detalles, escuchar y responder a sus preguntas, saber que tu libro va a ser leído por alguien que te conoce, no va a ser como un libro huérfano, sino con nombres y apellidos...
Todo ello constituye una experiencia inolvidable y necesaria. Una experiencia más grata, aún si cabe que el escribir, el trato con el lector. El trato directo para dialogar y expresarse, para intercambiar todo tipo de impresiones, para conocerse, entablar contactos y relacionarse de una forma más cálida y personal.
El libro deja de ser un tomo manuscrito alojado sobre una mesa o alineado en una estantería de un autor más o menos conocido para pasar a ser un libro que habla a través de su autor; un libro con vida, un libro que habla, que piensa, que responde, que trata de acercarse al lector...