El próximo sábado 14 de septiembre se celebra la festividad de El Cristo de La Laguna.
A continuación les relato unos fragmentos de mis sentimientos y experiencias vividos con motivo de esa fiesta. Animo a toda la gente a tomar parte en ella y, en especial, a los laguneros.
14 de septiembre.
Regresamos a nuestra querida ciudad de San Cristóbal de La Laguna con motivo de
la festividad de su Cristo. A primeros de mes se lee el Pregón y durante todo
el mes de septiembre tienen lugar numerosos actos religiosos, culturales,
deportivos y musicales. Me gustaría mencionar a este respecto el concierto
ofrecido por la Orquesta Sinfónica de Tenerife, el Festival Sabandeño, o la
recientemente recuperada batalla de flores. La plaza del Cristo se llena de
ventorrillos, puestos de feria y mercadillos. Un gran escenario alberga
conciertos, actuaciones musicales o humorísticas y actos varios.
Todos los
años salimos alguna noche que otra (sin contar el 14 y el 21, que se da por
hecho) para dar una vuelta al caer el sol. El punto de encuentro es el
ventorrillo de los hijos de nuestro amigo Manolo. Ahí están habitualmente en su
compañía Alfonso y señoras. Con ellos pasamos siempre un buen rato y planificamos
futuras reuniones gastronómicas. A Manolo le encanta comer caracoles y su mujer
los prepara exquisitamente, eso es al menos lo que me comentan los amigos partidarios
de esta especialidad (en cuanto a este plato hay división de opiniones: unos
comen y otros no, pero no importa siempre hay un menú más extenso para los no
caracoleros; además, cualquier pretexto es bueno para reunirse), por ello, en
cuanto le mencionas algo al respecto no se lo piensa un momento y organiza una
caracolada para uno de los próximos días. Después nos apiñamos en torno a la
mesa, preguntamos que tienen hoy, y vamos pidiendo raciones y medias o cuartas
de vino para acompañar los platos de croquetas, ensaladilla, garbanzas, callos,
pinchos, carne fiesta. Las Pilis nos acercamos a unos puestos cercanos
pertenecientes a la feria para comprar papas fritas y almendras garrapiñadas.
Así completamos el menú. A ser posible, nos procuramos siempre una mesa bien
asocadita y con vistas, aunque lejanas, al escenario. Hay actuaciones
interesantes (para nosotros se entiende, claro), otras que consideramos más
bulliciosos y nos hacen elevar considerablemente el tono en la conversación
—¡Ya podían bajar
un poco el volumen! —exclama
siempre alguien.
Pero hay que
dar gusto a todos. Y nosotros, de todas formas como ya tenemos el espectáculo
en la mesa, no necesitamos más.
El día 14 por
la mañana presenciamos el traslado del Pendón desde las Casas Consistoriales
hasta la parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción. Finalizada
la misa celebrada por el Obispo y presidida por las autoridades civiles y
militares, así como representantes del Cuerpo Consular, el Santísimo Cristo
sale a la calle e inicia la procesión de retorno a su santuario.
A plena luz
del día puede admirarse mejor la belleza de esta talla gótica de hace cinco
siglos del Cristo crucificado, con la cabeza inclinada a la derecha, la boca
ligeramente entreabierta y la melena ensortijada flanqueando sus mejillas. La imagen está clavada en una cruz de plata,
que refulge por la luz del sol. Se
desplaza sobre una base de plata repujada y ornada de olorosas flores y
faroles, que iluminarán el recorrido nocturno.
Al paso de su
Cristo los laguneros guardan silencio y se santiguan. Lo acompañan las
autoridades y la hermandad de sus esclavos, la Pontificia, Real y Venerable
Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna.
El momento
más emotivo de la procesión lo constituye el paso de de los artilleros. Su
presencia, que estuvo cuestionada unos años por motivos políticos, volvió a
recuperarse. Los actuales reclutas en nombre de sus antecesores soldados
pertenecientes a la Batería de Armas del Grupo de Montaña, con algunos
refuerzos del personal de Costa, que participaron en la campaña de Marruecos
allá por los años 1921-22 pueden mantenerse fieles a su promesa de acompañar al
Cristo en sus procesiones, en acción de gracias por haber regresado todos sanos
y salvos tras combatir en varias batallas.
Al anochecer
todo está preparado en casa de Walky para cenar y disfrutar del espectáculo de
los fuegos. La casa y la calle se llenan otra vez de mesas y sillas. El aire
fresco de la noche lagunera se atempera con el vapor que despiden los guisos.
Van llegando los amigos. Al paso de la procesión por El Casino, todos nos
acercamos para ver al Cristo.
Ahí está
siempre nuestro amigo José Vicente, fiel a la cita con el Cristo lagunero.
La escarcha
se deja sentir por las calles y Lucky nos hace señas para que nos coloquemos
asocaditos, donde hace menos frío.
Nena y Lala se aproximan,
apenas reconocibles entre mantones y abrigos. Pero no quieren perderse el paso
del Cristo.
Algunos años
acompañamos la procesión un rato y entramos en las iglesias y conventos, recreándonos
con la contemplación de estos monumentos vetados el resto del año a los
seglares, así como con el canto de las religiosas de clausura. Otras veces
vamos hasta la plaza para ver la salida del Cristo y dar una vuelta por los
ventorrillos.
De regreso a casa de Walky, nos acomodamos
donde haya sitio y nos echamos algo caliente al estómago: unas garbanzas, un
caldo, unas costillas con papas y piñas de millo o unas potas con papas
arrugadas para mojar. La noche está fría y en los coches se aprecia la capa que
van dejando las gotas de rocío.
Poco antes de las once todo el mundo se pone
en movimiento con el vaso en una mano, la silla en otro (Algunos, como
Lutzardo, por ejemplo, cargan además una jarra de vino y un plato de comida,
porque así, dicen, se disfruta más de los fuegos) y nos trasladamos unos pocos
metros más allá, a la explanada frente a la recova, desde dónde se tiene una
buena vista de los fuegos, que se dispararán desde el Risco. Con bastante
puntualidad da comienzo la primera de las series (antes cinco, luego tres. La
crisis no respeta ni las tradiciones.). El cielo se tiñe de colores y todos nos
extasiamos con este gigantesco calidoscopio, que se despliega ante nuestros
ojos.
La brisa nocturna rompe su vuelo silencioso
con los sonidos peculiares de la pirotecnia. Al finalizar cada serie vamos
comentando como fue su desarrollo, las innovaciones con respecto al pasado año
o a otros lugares como Candelaria, Los Realejos, Tejina, etc. Comparamos unas
series con otras y, tras varias alegaciones emitimos nuestro voto. Cuando los
voladores anuncian el fin del espectáculo, recogemos nuestros trastos y
tornamos a casa de Walky para disfrutar de los postres y la tertulia. Nunca
falta la música y la animación.
En la plaza
del Cristo se prepara una gran traca como remate final de la noche. En el
escenario comenzará alguna actuación. A veces vamos a echar un vistazo y
regresamos o permanecemos tranquilamente en la casa, dónde se está muy a gusto.
Bueno, pues ya he conseguido llegar hasta aquí.
ResponderEliminarPensaba que me podría poner como seguidora del blog, pero solo nos das la posibilidad de ser por mail... pues por mail. Hecho.
El 14 de septiembre también son fiestas en otro pueblo que yo conozco...
Un abrazo, y que lo paséis tan bien como nos cuentas.
Gracias por tu comentario. Me alegro de que consiguieses acceder al blog.
EliminarTienes toda la razón. También son las fiestas de un pueblo muy entrañable para mi, porque es el pueblo de mi marido: Arcos de Jalón (Soria). He vivido la fiesta en algunas ocasiones, pero hace tantos años... Ahora estoy más ligada a Canarias y en especial a Tenerife. No obstante, recuerdo que eran unas fiestas estupendas y lo pasé muy bien.
Besos. Pilar.
Jo como conoces a tu gente. Una fiesta tradicional y entrañable. Me alegro de ver por aquí a Petra. Seguiremos "siguiéndote" porque eres buena y se está agradable por aquí. Pero me uno a Petra en que nos deberías de dar la posibilidad de apuntarnos como seguidores de tu blog. Abrazos.
ResponderEliminarEl Cristo de La Laguna constituye una fiesta muy emotiva y agradable. Además tengo la suerte de tener muchos amigos con los que compartirla.
ResponderEliminarVoy añadir esa posibilidad, gracias.
Saludos. Pilar.