martes, 29 de abril de 2014

Un amigo que se fue


Hoy fue un día muy triste para mí. Acabo de enterarme del fallecimiento de un amigo de mi edad, al que llamábamos cariñosamente Carlitos.

Carlitos fue un compañero de estudios de bachiller de Juanjo, mi entonces novio, ahora mi marido. Yo lo conocí en Zaragoza. Allí convivimos durante nuestros años juveniles en la Universidad. Él estudió medicina, aunque nunca llegó a ejercer de médico. Mi marido y yo nos decantábamos por las historia antigua y la arqueología. Pero, los tres, además de otros amigos, manteníamos una buena relación.

Recuerdo nuestras salidas diurnas y nocturnas, las visitas a bares de copas y garitos con música, siempre y cuando tuviésemos pasta para podernos permitir esos lujos. También recuerdo los ratos pasados en la antigua estación de ferrocarril de Zaragoza, cuando no teníamos un duro para tomar ni una caña, y nos aliviábamos allí un rato en los fríos inviernos del cierzo zaragozano, alegando y conversando de todos los temas habidos y por haber.

Evoco las tardes pasadas en su piso, que compartía con Juanjo, con algún mísero bocadillo y una botella de un licor indefinible, que alguien había tenido la amabilidad de aportar. Conversaciones, risas, sátira y sobre todo buen humor.

No puedo olvidar, en especial los días de partidos de fútbol, en que nos reuníamos para seguir el evento deportivo ante el televisor. Veíamos el primer tiempo con una cervecita y, en el descanso, disponíamos una tortilla española, papas fritas, picoteos, dulces, helados y más cervezas. Comentábamos las jugadas, insultábamos al árbitro y alegábamos hasta bien entrada la noche.

Carlitos siempre estuvo presente en mi vida desde que apareció en ella. Animó nuestra boda, nos ayudó en las mudanzas de domicilio, nos acompañó a comprar el vestido para el bautizo de mi hija Virginia (que por cierto pasamos un calor del carajo con 40º a la sombra), estuvo conmigo cuando me operé de los ojos (y mi marido tuvo que permanecer en Tenerife por cuestiones laborales)vino en varias ocasiones a Tenerife y, como era septiembre, siempre le tocó la ardua tarea de ayudar a forrar los libros de mis hijos.

Carlitos fue una persona excepcional. Un buen amigo, de los que dicen que se cuentan con los dedos de las manos. Lamento mucho su pérdida y espero que desde "el cielo" siga nuestras andanzas y en contacto con nosotros.

Como algo excepcional y muy en contra de mi voluntad, hoy en su honor y en su memoria, haré votos por que gane el Real Madrid. No haré la tortilla típica, porque se me inundaría de lágrimas, pero me tomaré una copa a su salud.

Nos vemos, Carlitos, te fuiste de esta tierra, pero no de nuestros corazones.

domingo, 27 de abril de 2014

Abril, letras mil



Llegó el mes de abril y dejando aparte el refrán de "aguas mil". Este mes es el mes literario por excelencia. El 23 se conmemora el día del libro en homenaje a Cervantes y Shakespeare. También tienen lugar muchas ferias del libro, encuentros de escritores, tertulias, presentaciones de libros, charlas-coloquios y otros eventos. ¡Es una lástima que muchos eventos coincidan y no se pueda asistir a todos, que en general son bastante interesantes.
Desde mi tierra canaria y, especialmente chicharrera, quiero mencionarles algunos de estos actos que se llevaron a cabo.
El día 23 mantuvimos una tertulia literaria especial en la librería La Isla de S/C de Tenerife con motivo del día del libro. Previamente hubo una cata de vinos promovida por la bodega Contiempo y también se continúan los actos  con jornadas gastronómicas.
En la villa de La Orotava tuvo lugar los días 25, 26 y 27 de abril el 1º Encuentro de escritores canarios. En donde tomaron parte escritores tan reconocidos como: Juan Bosco, Samir Delgado, Moisés Morán, Aquiles García, Isabel Guerra, Carmen María Rodríguez Santana, Ramón Sampayo, Isabel Medina, Rosario Valcárcel, Juan Calero, Juan Mujica, Enrique Reyes, Anghel Morales, Agapito de Cruz, Jesús Castellanos, Cecilia Domínguez y Luis León Barreto, Javier Hernández, Mariano Gambín entre muchos otros. Ellos presentaron sus obras y ofrecieron recitales y conferencias o firmaron libros. El ambiente estuvo muy animado. También se hicieron visitas a lugares de interés y rutas por la ciudad. Graciliana Montelongo llevó el peso de la organización poniendo esfuerzo e interés. Todo salió muy bien.
En la Matanza tuvo lugar la 6ª Feria del libro en el Mercadillo del Agricultor. El Ayuntamiento se dinamizó para llevar a buen fin los actos, así como muchos otros colaboradores. Stands de varias editoriales, recitales de poesía de niños, cuentacuentos e intervenciones de algunos escritores con fragmentos de lecturas de sus libros e información sobre los mismos, entrega de premios. Todo un éxito.
También tuvo lugar la feria del libro de Adeje con mucha participación y un atmósfera cálida y lectora.
En fin, muchos otros actos literarios simpáticos y atrayentes que tratan de fomentar la lectura y poner en contacto al escritor con el lector.
Para mí constituyó una experiencia inolvidable. Lo único que siento fue perderme la Romería de Tegueste, pero por ahora no tengo el don de la bi o trilocación ¡Qué se le va a hacer!
Próximos eventos literarios: la feria del libro de S/C de Tenerife a finales de mayo y la de La Laguna.
¡Pasen por allí, cojan entre sus manos libros, conversen con los escritores y lleven alguno a su casa para leer. Los libros les enriquecerán y les harán ser más felices.

viernes, 18 de abril de 2014

Semana Santa en San Cristóbal de La Laguna


SEMANA SANTA EN LA LAGUNA

Semana Santa en La Laguna. La lluvia se desliza por las cristaleras de las típicas ventanas laguneras; la brisa se arremolina en los callejones; la serenada desciende poco a poco, como flotando en el aire y cubre de rocío las calles empedradas. Sorteas los charcos desparramados por el pavimento. Si Machado la hubiera conocido, no hubiera cantado a Soria, sino a esta tierra mía, con todos sus poemas de melancolía.
Semana Santa Lagunera.  Fría y lluviosa: monacal y palaciega. Semana Santa procesional, sobria y austera. Me apoyo en un muro, testigo mudo, que ha contemplado hace más de cinco siglos el ir y venir de todas estas imágenes procesionales. Alzo la vista. Mis ojos se deslizan por las ventanas de guillotina de paneles cuadriculados  anegadas de agua, y los balcones canarios de madera de tea con sus celosías, que sobrevuelan las calles, destilando poco a poco las últimas gotitas de lluvia. Me siento en casa. Esta Laguna mía que siempre me acompaña, hasta en los viajes y parece tirar de mi vestido como un niño chico para recordarme continuamente, donde está mi hogar.
 Pasan los tronos y cofradías. El aire se impregna de  incienso, de jazmín, de las santasnoches de la Vega Lagunera, que han florecido  a tiempo para embellecer y perfumar este día.  Llega el Santísimo Cristo, antes moreno, ahora pálido como un cadáver, mostrando sus heridas, despertando aún más si cabe la devoción de la gente.  Todos se santiguan. Va clavado a una cruz de madera, como corresponde a la austeridad y solemnidad del momento. En el Santuario queda la riquísima cruz de plata, que luce en las fiestas otoñales.





Vírgenes dolorosas, Cristos en el Calvario, imágenes de la pasión,  recorren un camino vetusto y señorial. ¡Quién pudiera diseñar un escenario mejor para el tránsito de las procesiones! Los pasos desfilan entre iglesias y conventos, entre mansiones seculares y palacios antiquísimos. Renacimiento y Barroco se dan la mano en esta ciudad. El arte brilla por doquier y lo inunda todo en  silencio. Callan los muros de mampostería y los portales de piedra, enmudecen los patios canarios coronados de balcones, rebosantes de palmeras y limoneros.  Reina el silencio. Sólo se interrumpe por alguna banda de música y el chasquido de los pies y cruces sobre el pavimento. Este silencio llega al extremo en la procesión de su mismo nombre: la procesión por antonomasia, la procesión del Silencio.
 Viernes Santo, nueve y media de la noche. Se apaga el alumbrado público de las calles, se acallan los murmullos. Desfilan las cofradías en un silencio sepulcral. Algunas marcan el paso y restriegan las suelas de los zapatos con el suelo ocasionando un sonido rítmico: zis, zas, zis zas. (Al día siguiente los zapateros harán su agosto, aunque esté bien entrado el mes de septiembre). Otras arrastran cadenas, y se percibe desde lejos el chirriar de los hierros contra la piedra. Filas de cofrades desfilan en silencio portando farolillos o antorchas.  Los hay, que con sus pies desnudos pasan en silencio desapercibidos, como sombras flotando en la penumbra de las calles. El aire se perfuma con el aroma de los cirios y las velas encendidas. El silencio es sobrecogedor.
Los que han asistido a la “madrugada” están que se caen. Los que han acudido a la Magna se quejan del lumbago o dolor de espalda, pero todos  esperan el paso del Cristo yacente.
─ Ya se oyen las campanillas, dice alguien.
Todos prestamos atención tratando de descubrir el mágico sonido.
Y en el silencio de la noche sólo se escucha el golpear de los bastones que marcan el paso sobre los adoquines,  y un suave tintinear de campanas, que se aproxima.
─ Ya llega.
El corazón se acelera y late a golpe de bastón. Los ojos escudriñan la calle tratando de distinguir el sepulcro. A lo lejos las diminutas llamas de los cirios reflejan pequeños destellos argénteos al alumbrar el trono de plata.
Envuelta en el chasquido de la madera contra la piedra, atenuada por el son de las campanillas de plata, la urna divina pasa mostrando al Cristo difunto, que en Santo Domingo espera el descanso.
A su llegada al templo resuenan las matracas y el Santísimo Cuerpo, acompañado por cientos de fieles,  reposa en su nicho.

Entre procesiones y procesiones hay que reponer fuerzas y echarse algo caliente al cuerpo para combatir el frío y el cansancio.
─ ¿Qué hacemos ahora? Pregunta Lucky. Vamos a echarnos unas perras de vino.
─ Yo me voy a tomar un cortadito o mejor un chocolate con churros, dice Pili. Tengo las manos heladas y eso que llevo guantes.
─ Yo te acompaño, Pili y de paso compramos almendras garrapiñadas. ¿Dónde van a estar?
La Laguna es también una ciudad ideal para lo que a la gastronomía se refiere. Tascas, guachinches, vinotecas, chocolaterías y dulcerías se distribuyen por todo el casco ofreciendo buenos productos y una agradable ruta de “tapeo”. Entre las especialidades propias de Semana Santa podemos citar: tablas de queso, almagrote, bacalao encebollado con papas negras, garbanzas con bacalao, potaje de vigilia, atún encebollado, cherne, churros de pescado, croquetas de pescado o de espinacas, tollos,  bacalao con tomate, potaje de berros, arvejas con huevo duro, caldo de pescados y marisco…Postres: torrijas, bienmesabe, tartas, chocolates, helados…
Vamos de un lado para otro degustando especialidades y tomando unos vinitos para entrar en calor. Gorras, bufandas, abrigos, guantes. Nada sobra en la noche lagunera y todo es poco para abrigarse. Por las frías calles encontramos a varios amigos. Pasan Walky y su hijo David, que entre procesión y procesión hacen un pequeño alto. Nuestro amigo Elvira (es el apellido) camina bien abrigado junto a la catedral. Nos detenemos a intercambiar unas palabras.
─ ¡No se paren en el cruce, que hace un frío del carajo!
Y obedientes, por la cuenta que nos trae, nos trasladamos unos metros más allá, al abrigo de los muros callejeros.
Gonzalo, el maestro, siempre acostumbra a venir para las procesiones. Intercambiamos saludos y noticias. Quedamos en llamarnos para vernos pronto. si no, siempre nos queda el Cristo, que nos reúne todos los años.
Por allí van Alfonso y Manolo. Ellos ostentan una vestimenta más desabrigada, pero hay que tener en cuenta que viniendo de la Esperanza… todo les parece caluroso.
Braulio transita tocado por una gorra y embozado por una gruesa bufanda, acompañado por algunos amigos.
─ ¿Qué pasó?
─ Ahí vamos.
─ ¿Sigues en la peluquería?
─ Si, por ahora la cosa va bien. Tengo muchas clientas.
─ Me alegro mucho.
En una tasca encontramos a Asterio, el cura, el cura real no del Carnaval. El cura de una parroquia de Santa Cruz, amigo de Domingo, el cura auténtico de Guamasa.
─ ¡A ver cuándo quedamos, que hace mucho que no nos vemos! ¿Qué sabes de Fulano  Mengano? Pregunta.
─ Le damos noticias y quedamos en vernos pronto.
Pasa Esteban, del Orfeón con Torvisco, el exconcejal de fiestas. Nos alegramos de saludarlos, aunque sólo sea unos minutos, porque vamos ateridos de frío.
Nos detenemos un rato con las hermanas de Pili, que pasan abrigadas camino de casa.
Seguimos visitando tascas y guachinches, no únicamente por satisfacer nuestro gusto y paladar, sino conscientes de revitalizar y potenciar las especialidades y vinos locales.
En ocasiones, Walky organiza algo y entre procesión y procesión, y al finalizar la última procesión vamos a su casa a entrar en calor con un chocolate y unas truchas, unas garbanzas o un caldito.
Todas las Semanas Santas son diferentes y es difícil condensar en un capítulo todo lo vivido. Sin embargo, La Laguna está ahí, a la vuelta de la esquina con su Semana Santa Lagunera para ser vivida por todos los laguneros y visitantes. Una ciudad que aúna patrimonio arquitectónico, religiosidad austera y gastronomía de vigilia tiene mucho que ofrecer para estas fechas. ¡No se lo pierdan!
Esta Semana Santa pasada vino nuestro amigo Gonzalo desde Icod  de los vinos y disfrutó un montón. Se fue muy contento y satisfecho por lo que había visto y vivido en todos los ámbitos explicitados anteriormente.

¡Hagan promoción de La Laguna! Por lo demás está que se sale en cuanto a cultura, arte, movidas, ambiente y gastronomía. No les va a suponer nada y van a tener un éxito del diez.